9 de abril de 2020

La chica del club de golf 40


ALICIA Y KAIET


Toda su ropa yacía extendida sobre la cama, aun no había decidido que ponerse. Nerviosa, temiendo enfrentarse otra vez a esa extraña decepción. Evitaba mirar a Natalia para no leer en sus ojos "otra vez te ha pasado lo mismo" aunque no dijera nada y anduviera buscando en su armario algo de ropa para prestarla
¡Joder!, no. ¿O si? Era una posibilidad. Siempre se negó a reconocer que una silenciosa carencia de afecto la inducía a confundir necesidad con realidad. Pero esta vez no. Habrá una razón, y no debería sacar conclusiones precipitadas. Se merecía un final feliz, y Kaiet era un tipo que merecía la pena. Deseaba tener su propia historia de amor, la más bella del mundo. Porque sería suya y de nadie más.
Kaiet puso su presente patas arriba. Cuando se conocieron se pasaron esa primera noche hablando y bromeando. No hubo sexo, pero tampoco lo necesitó, y aunque en algunos momentos la tensión sexual fue palpable, ambos supieron controlarse. Pasó cuando tuvo que pasar. Fue rudo y primario, desinhibido, y muy satisfactorio.
Eran dos perfectos desconocidos ¿y qué? También lo eran Natalia y Nacho aunque se conocieran desde casi siempre. Su amiga había sabido dejar atrás su resentimiento, justificado porque se excedió, y estaba mostrándola su rotundo apoyo. Pero no por eso la quería más, el "angelito malo" flotaba libremente por su cabeza nublando el juicio. Verla tan feliz...la superaba.
¿Qué coño la pasaba? ¿Qué culpa tenía Natalia de las decisiones que ella y solo ella había tomado?.
- ¿Te apetece un té? - Mira qué mona, ahora toma té.
Prefiero un gin tonic, la verdad.
- Vale, cuando regreses, pero ahora no lo necesitas.
- Natalia, no seas así, no lo merezco, soy una cabrona que solo pienso en mi misma. - Me miró de hito en hito.
- Déjate de royos que nos conocemos – Comenzó a ordenar la ropa - Si nada de lo que has traído te convence mira en mi armario a ver si hay algo que te guste más.
- No voy a ir – Se dejó caer en la cama.
- Tengo un mono ideal. Aun no lo he estrenado, pero con estas cuñas te va a quedar genial. Es muy escotado y tiene la espalda al aire...
- No hagas como que no me has oído.
- Te mereces una explicación y vas a ir. 
- Tienes que descubrir si te equivocaste o no. Y si todo sale mal nos tomaremos un gin tonic o siete. - Lloriqueó – Escucha, cambiar la fecha del vuelo de regreso no te va a resultar fácil, mejor aclarar todo para poder pasar página.
- Además, estamos dando por supuesto que va a salir mal, seguro que hay una explicación.
La pantalla del móvil se iluminó, Kaiet esperaba en el vestíbulo. Se vistió rápidamente con lo primero que pilló: un pantalón pirata y un top. Se lavó la cara maldiciendo y salió a todo correr escaleras abajo descalza con las sandalias en la mano.
Kaiet permanecía de espaldas, contemplando el jardín interior. Cerró los ojos deseando con fervor que no la mintiera.
Hola – Saludó con inseguridad. Y Kaiet se volvió hacia ella con una sonrisa que no le cabía en la cara
- Alicia – La abrazó y si la notó tensa no dijo nada – Qué sorpresa – La besó en los labios.
- ¿Sorpresa para bien o para mal?
- Para muy bien – La cogió en brazos mientras volvía a besarle. - ¿Hay algún motivo para que vayas descalza? -  Susurró en su oído.
Alicia sonrió coqueta mientras se apoyaba en él para calzarse.
- Y cuéntame ¿qué planes tienes?
- Quiero aprender a hacer surf – salieron del hotel cogidos de la mano – Bueno no, quiero que tu me enseñes a hacer surf. Me lo prometiste.
Se había relajado y estaba dejándose llevar, ya habría tiempo de entrar en terreno farragoso.
- ¿Puedes quedarte con Natalia? - Finalmente se salió con la suya y ambos estaban tomando un gin tonic en una tranquila terraza junto al mar. Todo en esa isla era calma y sosiego, pero ella se tensó al oír la pregunta. Que tuviera un hijo no era un inconveniente, si que se lo hubiera ocultado – Es que están mis padres en casa.
-  ¿Tus padres? - Sonrió disimulando.
- Puedes quedarte con nosotros si quieres- Aclaró para evitar malos entendidos - a mi no me importa, pero no se si te vas a sentir cómoda. Se marchan el domingo – Ni una palabra del niño. - Creo que congeniaríais, son maestros, ya estan jubilados, pero tendríais mucho de lo que hablar.
- Seguro que si – Y seguía sin soltar prenda del niño.
- Os vi – La miró sin entender. - esta mañana, cuando volvíais de la playa. Yo estaba abajo, esperándote, quería darte una sorpresa.
- ¿Y porqué no dijiste nada? - Le miraba fijamente analizando cada gesto, cada movimiento.
- También vi al niño. - La confusión de Kaiet iba en aumento.
- ¿Y? - Respiró lenta y pausadamente para tomar conciencia del momento. Se sentía orgullosa de si misma, estaba manejando la situación con un aplomo que nunca creyó tener. A lo mejor es que estaba madurando. - ¿Qué problema hay con el niño? Eres maestra, algo te gustaran, digo yo – Pobre, estaba totalmente desconcertado. Y como si se le hubiera ocurrido un disparate sonrió mientras negaba con un leve movimiento de cabeza. - ¿Has pensado que era mi hijo? - Ahora era ella la desconcertada – Es Aitor, mi sobrino. Pero no lo entiendo ¿porqué no te has acercado a saludar
Y Alicia no tuvo otra opción que confesar sus sentimientos, sus miedos, sus fracasos, sus hasta el momento inconfesables anhelos, desnudando su alma.
- ¿Y porqué no habría de contarte que tengo un hijo si lo tuviera? - Alicia ocultó avergonzada la cara en sus manos – Es hijo de Jon, mis padres han venido a recogerle para llevarlo a pasar el verano con ellos.
- Lo siento. Me precipité.
- ¿Tan mal te han tratado? - Alicia esbozó una sonrisa triste que no le llegó a los ojos. Kaiet la cogió una mano y se la llevó a los labios besandola suavemente.
- ¿Cuánto tiempo estuviste casado?
- Casi tres años. - Ambos guardaron silencio- ¿Quieres saber qué pasó?
- Solo si tu lo quieres contar.
- Nos conocimos en Lóndres, donde yo curraba y mal aprendía inglés, en una fiesta en casa de unos amigos comunes. Estaba a punto de quedarme sin alojamiento, y me ofreció compartir piso. Heike por su trabajo viajaba con asiduidad, en teoría no coincidiríamos mucho. Era un buen apartamento propiedad de la aerolínea que luego arrendaba a su personal. Todo un negocio, pero el alquiler no era alto para estar en el centro de la ciudad. No teníamos nada en  común, excepto las ganas de divertirnos. Supongo que me enamoré de su independencia y de la vida tan cosmopolita que vivíamos. Hasta ese momento nunca mantuve una relación digna de ser considerada como tal, ella era mucho más madura y experimentada que yo y me pasó por encima. Nos casamos para disgusto de mi madre que no lo veía nada claro. Luego la trasladaron a Amsterdam y la seguí. Fue casi un año de calvario porque no conseguí acostumbrarme a la ciudad. Con una cultura gastronómica inexistente, me arrastré por trabajos de mierda hasta que terminé currando en un restaurante argentino donde me aficioné a los vinos chilenos y me sentía como en casa. Y cuando hice las paces con la ciudad y empezaba a disfrutar...Un nuevo traslado a Tenerife a petición suya. Y yo la seguí. Dijo que lo hacía por mi, que quería que fuera feliz pero que va. A esas alturars la conocía lo suficiente para saber que era un culo de mal asiento y que se aburría pronto. No se cansó de repetirme que para ella era un sacrificio profesional, que yo mi prpfesión la podía desarrollar en cualquier lugar del mundo...Se cansó pronto. Nuevo traslado a Amsterdam. Y esta vez no la seguí. Estaba claro que tarde o temprano también terminaría cansándose de mi. Dolió menos de lo esperado, lo vi venir. En un mes firmamos el divorcio. Desde entonces no he vuelto a saber de ella. - Se abrazaron mientras paseaban por la playa – Hice muchas cosas mal, cometí todos los errores posibles.
- ¿Y como viniste a Lanzarote?
- Por Jon, su novia se había largado dejándolo con Aitor y estaba desbordado. Vine a echar una mano y al final me quedé.
- ¿Y ahora qué? - Se encogió de hombros.
- Me llamó Leo Santacruz hace unos días – El padre de Natalia – Me comentó que le gustó mucho mi trabajo y que si estaba dispuesto a cambiar de aires tenían una propuesta que hacerme.
Se le aceleró el pulso y tuvo que esforzarse en disimular su ansiedad.
- ¿Qué le dijiste?
- Alicia, es Leo Santacruz, y viene buscarme , no he tenido que llamar a su puerta. Eso pasa en contadas ocasiones.
- ¿Te trasladarías a Madrid? - Resopló
- No lo se. Muy lejos del mar. - Un pellizco de decepción.
- Me entrevistaré con Nacho Herráez. - El marido de Natalia le aclaró – Es una "puta maquina" ese tío.
- ¿Nacho? - Preguntó incrédula.
- El restaurante estuvo al borde de la quiebra, y desde que Leo delegó en él mira donde están. Son un referente.
- ¿Qué pasa? Te has quedado muy callada - La émpujó con su cuerpo acercándola al agua . - ¿Estas dispuesta a enseñarme tu ciudad?







24 de marzo de 2020

La chica del Club de Golf (39.1)


La chica del Club de Golf 39


El tan temido día de la despedida llegó sorprendiéndonos silenciosos y con el ánimo sombrío. Con las emociones a flor de piel.
Nacho me observaba en silencio mientras me movía lentamente por la habitación haciendo el equipaje sin ganas. Como si hubieran pinchado la burbuja en la que habíamos vivido hasta ese momento y la realidad se impusiera llevándome a miles de kilómetros.
En estos días habíamos valorado las opciones que teníamos mientras esperábamos un traslado que se demoraba más de lo deseado.
Un mes hasta las vacaciones de Nacho. Es mucho tiempo. Treinta días. Setecientas veinte horas. Cuarenta y tres mil doscientos minutos...Una eternidad.
Sentí el calor de su cuerpo en mi espalda y sus brazos rodeándome. Le abracé respirando su olor, memorizando el sabor de su piel.
Alison Scott cantaba un viejo tema de Elton John y nos dejamos acariciar por su voz bailando muy despacio. Una vez más quise detener el tiempo, hacer ese momento eterno.
- Me mata verte marchar otra vez – Un susurro erizandome la piel - Necesito más tiempo. No puedo esperar. No quiero esperar...
Tanto apuramos el tiempo que casi pierdo el avión, no me hubiera importado, la verdad, pero mi deber era volver el trabajo. Soy consciente de mi suerte. Pocos de mis compañeros han encontrado trabajo tan pronto. Hice las prácticas y me quedé. No he tenido que arrastrarme por empleos precarios sujetos a la estacionalidad. Un autentico chollo a más de dos mil kilómetros de la vida que había llevado.
La separación aunque dura, estaba llena de certezas. Nacho siempre estaría ahí para mi, y yo para él. Juntos encontraríamos la solución. Pero de momento me encontraba sentada en un avión, con un retraso de más de una hora y en cola para despegar.
Me reincorporé a mi puesto de trabajo sin esfuerzo y fue de gran ayuda que el hotel estuviera al completo para mantenerme ocupada. Esa ocupación generó un problema para el que no encontrábamos una solución satisfactoria.
- ¿Viste el video que te envié? - Oí su risa
Clientes a la carrera buscando una tumbona lo más cerca posible de la piscina.
- ¿Es así todos los días?
- Todos. Es peligroso, en cualquier momento puede ocurrir un accidente. La gente se pone muy violenta.
Poco podíamos hacer por solucionar un problema causado por la falta de espacio.
- Menos mal que tu apartamento tiene terraza.
Hablábamos por teléfono por la mañana y por la noche, y nos enviábamos mensajes continuamente para sentirnos más cerca y llenar el vacío ocasionado por la distancia.
Enmedio de la rutina estival una inesperada llamada rompió la monotonía.
Alicia sorbía los mocos ruidosamente intentando aclarar la voz para disimular su llanto.
_ ¿Puedes venir a buscarme? - y aunque intentara disimular estaba llorando. Me asusté.
- ¿Estas en la isla? - Su respuesta fue un quejido y un mensaje con su ubicación. Podía haber cogido un taxi o un Uber, pero entonces no sería ella.
Llevábamos muchos días sin hablar porque la ultima vez discutimos y aun nos duraba el enfado. Por lo menos a mi. Estaba claro que yo no era el motivo por el que estaba en la isla, solo podía se Kaiet. Algo grave debía haber ocurrido para llamarme después de la bronca que tuvimos. Una más. Ahora todo giraba en torno a mi amiga y su supuesta desgracia, lo demás carecía de importancia. Mira que nos gusta un drama. ¿Es que no íbamos a madurar nunca? Acudí en su busca olvidando que me llamó "caprichosa", que me dijo que "estaba jugando a las casitas" como cuando era pequeña, que "estaba cumpliendo la voluntad de Nacho olvidándome de mi misma". Alicia sabe ser encantadora, pero también es especialista en hablar en exceso y a destiempo.
La encontré sentada en una terraza junto a su maleta, ocultando tras unas maxi gafas de sol los gruesos lagrimones que le surcaban la cara.
- Mierda de waterproff- Exclamó limpiándose la cara con el dorso de la mano sin preocuparle su aspecto ni las miradas de las personas que ocupaban las otras mesas. Ella es así: excesiva, arrolladora, descontrolada .
Nos saludamos con la mirada dejando claro que seguíamos enfadadas. Una cosa era dejarla tirada, otra ofrecerle una fiesta de bienvenida. Lo ultimo que me apetecía era darla un abrazo.
Esperé en silencio a que fuera ella quien dijera la primera palabra. Derrotada, apoyaba la cabeza en la ventanilla mirando el paisaje pasar veloz, seguía ocultándose tras las gafas de sol.
- Me iré antes de que llegue tu "marido" – porque Nacho había pasado a ser mi marido pronunciado con mucho retintín – Solo tengo que adelantar la fecha de vuelta.
Si estaba esperando que le preguntara qué había pasado podía sentarse para estar más cómoda, no tenía intención de seguir su juego. No quise advertirle que adelantar su vuelo iba ser misión imposible en estas fechas. En realidad encontrarla con esa actitud de "princesa ofendida" me recordaba lo enfadada que estaba con ella y las pocas o ninguna gana que tenía de aguantarla. Ni a ella, ni a sus dramas. Porque el único responsable de su estado era su caracter impulsivo, y relexionar a solas y en silencio le vendría estupendamente. La dejé instalada en mi aprtamento y volví al trabajo.
No me dio las gracias.
Desde la ventana de mi despacho la vi pasear en bikini por la piscina mientras hablaba por teléfono ajena a las miradas que seguían sus movimientos.
Es una mujer guapa, lo sabe, aunque a veces de empeñe en parecer lo contrario porque según dice "solo se le acercan idiotas" y deja de arreglarse y de cuidar su imagen, especialmente cuando va al cole a dar clase porque según dice "no quiero que los padres de mis alumnos se confundan". Ella es así.
Con sus parejas se entrega en cuerpo y alma y muchas veces, casi todas, no interpreta bien las señales que le indican que debe echar el freno y no forzar situaciones.
Supongo que con Kaiet le ha pasado algo parecido, puede que se haya empeñado en mantener una relación con una persona que a lo mejor no quiere.
- ¡Qué mierda de piscina! No hay ni una tumbona libre, he tenido que poner la toalla en el suelo para poder sentarme – Empezábamos muy bien, la comida se presentaba calentita.
Tenía mejor aspecto desmaquillada y sin chorretones negros surcando las mejillas.
- Se que estas enfadada. Lo siento. Ya sabes como soy, no tengo filtro. No deberías tenerme en cuenta.
- Claro. Pero es que resulta que algunas veces eres muy hiriente.
- Te molestó porque sabes que en el fondo tengo razón.
- Tan en el fondo que no llego a verlo. -Ironicé.
- Tu eres la sensata el grupo, te conoces mejor que nadie y sabes que esa posibilidad existe. 
- Vamos a dejarlo, no quiero discutir.
- Ni yo que discutamos. Tampoco lo quise cuando hablamos la última vez. No me expliqué bien y tu estabas muy susceptible.
- A mi me da igual que te hayas casado con Nacho o que os vayais a vivir debajo de un puente. Solo quiero que estes bien y disfrutes tu momento. Y si sale mal...pues mala suerte.
- No fue eso lo que dijiste y lo sabes- Corté molesta.
- Ya te he dicho que no me expliqué bien, y te he pedido perdón.Además, me molestó que tardaras tanto en contarlo, tuviste muchas ocasiones. Siempre pensé que seríamos partícipes...no se.
No me hagas mucho caso.
- Carmen se casa en unos meses, ahí podrás desquitarte.
- No es lo mismo. Lo de Carmen es predecible, esperado, no tiene nada de especial. Es un trámite porque ya sabes el siguiente punto de la lista.
La tuya ha sido tan especial, tan romántica, aunque haya sido súper íntima.
- Aunque me pelotees sigo enfadada.
- No es verdad, no sabes estar enfadada, no estas programada genéticamente para enfadarte con nadie, ni siquiera conmigo que soy insoportable y tengo un caracter de mierda.
- Si, vale, lo que tu digas.
¿Me vas a contar qué haces aquí?
- Quise darle una sorpresa a Kaiet y la sorpresa me la he llevado yo.- Me llevé la mano a la boca esperando lo peor. - No es ese tipo de sorpresa- Aclaró- Tiene un hijo. De unos cinco años, creo. Y me lo ha ocultado. En todo este tiempo no ha comentado nada, por ejemplo cuando me dijo que estaba divorciado. Creo que eso es muy significativo ¿no? - No sabía que decir.
- Pero estuviste en su casa, tendría fotos.
- Supongo. Pero no me fijé.
- Kaiet ¿qué te ha dicho?
- No sabe que lo se
- Ali, me pierdo – Faltaba información.
- Cuando he llegado a su casa no había nadie, aunque solo trabaja por la tarde-noche. Me senté en una terraza  junto a su casa y al ratito le he visto llegar en su coche con la tabla de surf y un crío, ya te digo, de unos cinco años.Él no me ha visto.También les acompañaba una pareja mayor, debían de ser sus padres. - Resoplé. Menudo panorama- Le he llamado hace un rato. No le he dicho que le he visto. Pasará a buscarme cuando termine. Cree que estoy pasando unos días de vacaciones contigo.
- Ali...- buscaba la manera de que no se enfadara – hablasteis en algun momento...quiero decir, te comentó si le apetecía que vinieras en verano.
- Si, pero no concretamos nada. Yo estaba pendiente el curso en Irlanda, como no me lo concedieron...pues eso, pensé darle una sorpresa.

11 de diciembre de 2017

La Chica del Club de Golf (38.1)

La Chica del Club de Golf (38)

 Cuando acabaron las celebraciones y con la atención puesta en mi particular cuenta regresiva (en unos días debería volver a Lanzarote) comenzó nuestra vida en común. Quise hacer de su casa la nuestra, y cambié algunas cosas para que se notara que yo también vivía allí, o viviría en un futuro no muy lejano. Y en esas estaba buscando complementos en una conocida tienda de decoración cuando la vi ¡Con lo grande que es la ciudad y la de habitantes que tiene y tengo que encontrarme con ella en este preciso momento! Mónica. Con la cara lavada y sin tacones no parecía tan llamativa, aunque con vaqueros y camiseta seguía teniendo algo magnético y salvaje. Me acerqué a saludar y ella, aunque sorprendida, pareció alegrarse. un poquito de charla trivial y cuando pensé que nos despediríamos...
- ¿Te apetece un café?
¿Realmente me apetecía tomar café con ella? Si ya está, no tenemos mucho más que decirnos.
- Tengo que pedirte disculpas - Me dijo colocando su mano sobre la mía - Me comporté como una...no se, debiste pensar que soy una zorra. Y con razón.
Lo siento. Ya se que es muy manido, pero no suelo ser así. Creo que me puse celosa sin motivo porque Nacho y yo nunca tuvimos una relación. Ni siquiera éramos amigos - Buscó mis ojos - Los dos tuvimos muy claro que buscábamos en el otro y no hubo más.Tu le conoces más y mejor que yo porque a mi Nacho solo me mostró lo que quiso que yo viera de él sin más intimidad que el propio acto. Nunca se quedó a dormir, creo que eso lo resume todo. 
Quiso que cambiáramos de tema porque no quería incomodarme hablando de su "no" relación con mi marido, pero necesitaba explicarse para que no hubiera malentendidos ni flotara en el ambiente si en el futuro volvíamos a coincidir. Me confesó que yo le caía bien, y que le gustó la serenidad y elegancia con la que manejé la situación. Hasta ese momento no tenía ningún tipo de opinión formada sobre ella porque me era bastante indiferente la verdad, pero me cayó bien. Mucho mejor que su hermana. Congeniamos.
La conversación continuó, en realidad habló ella mucho más que yo. Es médico. Pasó la mayor parte de su vida estudiando y atada a una relación, tuvo novio desde muy jovencita, que había ido muriendo poco a poco  y a la que ninguno de los dos supo o quiso poner fin. A punto estuvo de casarse, y en el último momento con un pie en el altar cambió de opinión porque quería creer que la vida guardaba para ella otro tipo de experiencias. Así que la cosa tuvo el peor final de los posibles con ambas familias involucradas y en pie de guerra.

- Me ha caído genial - Le comenté a Nacho sentándome sobre la encimera de la cocina donde él estaba haciendo café - ¿No dices nada?
- ¿Es una pregunta trampa? - Preguntó cauteloso.
- No - Y alargué la vocal todo lo que pude para quitarle importancia, él se encogió de hombros mostrando indiferencia. 
- Es maja - Insistí
- Claro, querida - Me contestó burlón colocándose entre mis piernas y llevando sus manos a mis caderas para acercar mi cuerpo al suyo . De fondo Bruce Springteen cantaba lo duro que es vivir en no se que sitio - ¿Qué pensabas? A mi no me gusta cualquiera.
- Eres un presumido.
- Calla y dame un beso que tengo que contarte una cosa. 

- He estado hablando con mi abogado - Bien, es hora de ponernos serios.
- ¿Algún problema?
- No, no - Pausa meditativa, no sabe como continuar. - Es solo que me ha recomendado que firmemos un contrato prematrimonial, en este caso postnupcial. ¿Sabes qué es? - No espera que le responda - Estas cosas no me gustan, nunca hemos hablado de ello y se que a ti no te preocupan...Si supone algún problema podemos dejarlo estar, a mi francamente me da lo mismo - Se que no tenía  motivo, pero me sentí algo molesta y muy incómoda. - Su trabajo es protegerme legalmente - Mala elección e palabras o quizá yo estuviera muy susceptible
- No hacen falta explicaciones, lo entiendo. Además es normal.
- Soy socio de tu padre, y tu eres heredera directa suya y mía, pero a su vez también soy tu heredero...- Se sentía tan incómodo como yo.
-  No pasa nada, Nacho, está bien, que hagan lo que sea necesario y correcto para ambas partes.
Además, yo quería proponerte que compartiéramos gastos...
- No es necesario - Me cortó - La casa no tiene hipoteca.
- Pero Nacho...
- No, Natalia...no me gusta hablar de dinero , entiendo que es necesario pero no, nosotros no.
- Entonces también entenderás que quiera participar de los gastos que ocasiona nuestra vida en común. Yo también vivo aquí, y no quiero que me mantengas - Tragó saliva irritado.
Cedió porque no tenía ganas de discutir y abrimos una cuenta online en un banco sostenible. Llegamos a un acuerdo económico y yo me sentí mucho mejor, él no, algo le rondaba la cabeza.
- Suéltalo ya - Dije sentándome a horcajadas sobre sus piernas - Me miró sin entender o haciéndose el desentendido - Dime que te pasa.
- Nata, el dinero destrozó mi familia, no quiero que eso nos pase.
No quiero que si llega el momento lo que hemos significado el uno para el otro se enturbie por dinero...
- Si llega ese momento - Hice hincapié´en el condicional y mirándole a los ojos - lo nuestro se enturbiará porque probablemente no nos soportemos y en mi caso el dinero tendrá poco que ver.

El documento que días después nos envió su abogado detallaba todos los bienes que poseía, algunos de ellos compartiendo titularidad con su hermana. Me perdí y firmé sin terminar de leerlo, aunque Nacho insistió que llegara hasta el final donde estaban las cláusulas que especificaban lo que me correspondería en caso de divorcio y detallando la existencia o no de hijos. Se me revolvió el estómago y me marché de casa para tomar distancia y hacerme a la idea. Estuve dando un paseo. No me esperaba eso. En realidad no se que esperaba. Cuando regresé algo más calmada pero igual de confundida, le encontré preparando la cena.
- ¿Podemos hablar?- Apagó el fuego y cogió una cerveza de la nevera y me dio a mi otra. Me miraba en silencio, se que estaba molesto por haberme ido de casa sin dar explicaciones dejándolo con la palabra en la boca. Yo también se ponerme desagradable.
- ¿Porqué trabajas? - Ladeó la cabeza mirándome sorprendido como si no hubiera entendido bien la pregunta o no la esperara - Quiero decir que no necesitas machacarte como llevas haciendo todos estos años.
- Me gusta lo que hago, me hace sentir bien y con la cabeza ocupada. Ocioso soy muy peligroso, ya lo sabes. Y vivo de mi sueldo, no soy mileurista precisamente, ya lo has visto.
- Pero Nacho...- Rompió el documento en pedazos, ¡hala, no hay peros que valgan! - ¿por qué los has roto?
- Te dije que si suponía un problema..
- No es un problema - Le corté levantando un poquito la voz - Es solo que me hubiera gustado enterarme por ti.
- ¿Ah, si? Y quién te lo está contando, el vecino del cuarto? 
¿Cuánto ganas? - Le miré sorprendida - No me lo has dicho, y es probable que ganes más que yo, ocupas un puesto directivo.
- ¿Porqué me lo pones tan difícil? - Me quejé cada vez más irritada.
- ¿Porqué no dejas de dar rodeos y vas al meollo de la cuestión? Cuéntame que te preocupa y terminemos cuanto antes con este tema.
- Joder, Nacho ¿porqué eres siempre tan hermético? No tienes no idea de lo que me cuesta llegar hasta a ti.
- Pues a mi me parece que te has colado hasta lo más profundo de mi ser - Me abrazó rompiendo la distancia que habíamos impuesto - ¿Qué más quieres saber? - Susurró - eres lo mejor que me ha pasado nunca. Me complementas, eres capaz de sacar lo mejor de mi. También lo peor. - Me estremecí al sentir su contacto, sus labios recorriéndome  el cuello - Ahora dirás que utilizo el sexo para escaparme. Y aunque me gustaría, porque discutir contigo me pone a cien, no lo voy a hacer. - Se separó bruscamente y yo sentí frío - No lo voy a hacer porque no quiero que pienses que te oculto algo.
- No me has hablado de tu padre.
- Mi padre  - La sonrisa no le llegó a los ojos - Padecía un trastorno de la personalidad, era bipolar, diagnosticado y medicado. Aunque eso no lo he sabido hasta hace poco que me lo contó mi madre. Mejor así, estaba tan dolido que antes  no la habría creído. No existe cura para ese tipo de trastorno, pero con un tratamiento eficaz pueden tener un mejor control de sus cambios de humor y síntomas relacionados. Mi padre dejó la medicación cuando se fue de casa y comenzó su particular caída libre. Supongo que los problemas le sobrepasaron. Por eso no hubo despedidas, la persona en la que se convirtió tenía poco que ver con el padre que yo conocí.
Eligieron contarnos que era un fracasado que por su mala praxis había arruinado a la familia antes que la verdad, que era un enfermo al que la vida pasó por encima. Cuidar las apariencias, el lema de mi familia.


30 de agosto de 2017

La chica del Club de Golf (37.1)


La chica del club de golf (37)

-  Es vuestra vida y a nadie le importa. Sois libres de vivirla como os plazca...Tan sólo unas horas de todo el tiempo que tenéis por delante - Me dijo secándome las lágrimas con sus pulgares - No llores - susurró.
- ¿Es por Nacho? - pregunté cuando ya sabía la respuesta.
- ¡Es por ti! - buscó mis ojos - Tú eres lo único realmente importante para mí. Y eso, nos guste o no, es otra de las cosas que me une a él. - Señaló hacia la puerta  donde Nacho nos escuchaba en silencio. Hizo un gesto con la mano invitándola a acercarse y lo incluyó en el abrazo mientras le besaba como un padre. Nacho también le abrazó.
- Es mi "niña". Siempre lo será. Déjame sentirme un poquito celoso...solo un poquito - le sujetó la cara entre las manos con inmensa ternura - Eres grande - Susurró - Nunca olvides que tus límites están aquí - señaló la sien con el dedo índice - Has mudado la piel, deja el pasado en su sitio y sigue ocupándote del presente...Lo has hecho muy bien...Estoy muy orgulloso de ti.
Aunque te pedí que la trajeras de vuelta a casa y no sólo no lo has conseguido, sino que te la llevas a la tuya...- Se rió dándole un cachete.
- Eres un capullo Leo.
- Ya-  le entregó la copa vacía 
- Papá,  a mí me pediste que le convenciera para que hiciera el programa de televisión...
- Sí, pero de eso a casarse...Ojalá os salga bien y no terminéis destrozándoos el uno a otro.
Callad...¿oís?...Parece que os llaman -dijo llevándose la mano abierta al oído y saliendo de la cocina.
Aún permanecimos un tiempo allí,  pensando si desaparecer o integrarnos en la fiesta. Todo estaba resultando demasiado emocional, Nacho parecía muy agobiado.
Su tía Violeta, hermana de su madre, había hecho acto de presencia en la fiesta. Por algún motivo pensó que  no la habrían invitado, sin embargo allí estaba. Me explicó de manera atropellada que ambas hermanas no tenían nada que ver la una con la otra, que su tía Violeta, vaya gusto en la familia por los nombres de flores, era una persona clasista, muy autoritaria, y que, aunque habían coincidido en la boda de Marian, no habían limado asperezas.
No se equivocaba, el aspecto es el de una dama de alta clase, muy altiva, extremadamente elegante y clásica. Apenas se relacionó con ninguno de los invitados, se limitó a estar junto a su marido y a su hermana, esperando pacientemente a que su sobrino se acercara a ella. Pero nada en su expresión corporal y en su actitud denotaban beligerancia, ni rencor. Solo miraba a Nacho. Creo que estaba esperando un abrazo que su sobrino no parecía muy dispuesto a dar. Realmente es cierta la observación de mi hermano. Nacho recibe lo que proyecta, que curiosamente es lo contrario de lo que desea. Han sido muchos años de hostilidad, de reproches, de desaires...
¡Madre mía qué complicada es esta familia! No tiene nada que ver con la mía, tampoco es momento de comparar. Discretamente tiré de él hasta acercarnos al grupo en el que se encontraba su familia. Rosa, amablemente, me presentó a su hermana. La señora impone la verdad y tiene una mirada gélida, intimidatoria. Sé por experiencia, y porque Nuria la psicóloga me lo ha explicado mil veces, que suele ser un mecanismo de defensa de personas inseguras, una manera de mantener distancia para sentirse protegidos. Prefiero pensar eso y no que es una  grosera, despiadada y sin corazón, como dice su sobrino. El encuentro fue tenso porque Nacho se mantuvo distante y porque, aunque lo intenté, no conseguí impresionarla mínimamente. Es más, creo que le fui indiferente. Se me revolvía el estómago. Era muy evidente que esta mujer había asumido el papel de jefe de la familia y que manejaba los hilos a su antojo. Tenía completamente dominada a la madre de Nacho, parecía una persona distinta, nada que ver con la mujer cálida que yo había conocido. No quise entender a Nacho cuando me dijo que su madre  delegó toda su responsabilidad en su hermana permitiéndole tomar todo tipo de decisiones. Pero ya está, es pasado. Somos  adultos, tomamos nuestras propias decisiones y estamos aquí fruto de una de ellas ¿Tanto  trabajo le costaba darle un abrazo a su tía? 

Mi hermano, sentado sobre una mesa, rompió el momento de tensión llamando la atención de todos los presentes mediante un silbido. Nos buscó con la mirada y moviendo el dedo índice de su mano derecha nos invitó a colocarnos en el centro del semicírculo en el que se habían agrupado todos los invitados.

A Nacho, a ti - le señaló sonriendo cuando el aludido le regaló una mirada de advertencia - le definen dos cosas: una de ellas es la frase "puedo yo solo, no necesito nada de nadie" - dijo apartándose de la frente de un manotazo un flequillo imaginario tal y como hacía Nacho cuando llevaba el pelo más largo provocando las risas de los presentes. - Y su afición a tatuarse cosas absurdas producto de su imaginación desbocada por algún exceso y de las cuales sólo él conoce su significado . Vamos a dejarlo ahí, porque yo tengo la fama, merecida lo reconozco, pero él de buen chico tenía solo la pinta -  se oyeron unas risas - El caso es que una mañana, con su último tatuaje en la mano izquierda aun reciente,  y muy, muy cabreado, algo normal en él, decidió que iba a hacer el camino de Santiago.
Aquél - dijo señalando a Javi que saludó a los presentes - que también andaba por allí llorando por los rincones cuando una chica le había hecho un favor enorme abandonándele "como a un perro"porque no le convenía nada, aunque él estuvo empeñado en lo contrario;  dijo que también iba porque necesitaba encontrarse a sí mismo y no sé que ñoñería más. No me quedó otra opción que apuntarme al viaje. Y allí nos fuimos. Completamos las trece etapas del Camino Primitivo, y la verdad es que empezamos muy bien para ser nosotros - Intercambio de miradas cómplices entre los tres integrantes de la aventura - Muy centrados, mirando hacia nuestro interior... -  Ahogó una carcajada - No sé en qué momento nos desviamos de nuestro objetivo...el caso es que aquello acabó como Resacón en Las Vegas pero en O Monte do Gozo,  Galicia Calidade - Rieron nostálgicos  - Aquel viaje nos cambio, creo que para bien. Javi decidió dejar de ser un ciberdelincuente y pasarse al bando de los buenos; yo que la abogada esa - Y miró a Elena -  aunque un poco mandona, merecía la pena - Le lanzó un beso - y Nacho...Nacho estaba en una situación muy delicada con el corazón y la mente tirando en direcciones distintas, dividido entre lo que esperaban de él y  lo que deseaba hacer.
- Hicimos y dijímos muchas más cosas, algunas de ellas inconfesables. Cuando fuimos en busca de nuestra compostela había tal fila de gente, y nosotros estábamos tan resacosos que terminamos haciendo...pues esto - En ese momento se desabrocho el pantalón y se levantó la camisa dejándonos ver parte del abdómen donde tenía tatuado su compostela particular, una concha del peregrino -  Javi le imitó, Nacho no; pero me consta que también la tiene  porque yo la había visto y parte de esa historia la conocía  - Aplausos, risas, silbidos - y bueno, hasta aquí puedo contar porque lo que pasa en O Monte do Gozo se queda en O Monte do Gozo.- Más carcajadas.
- Natalia, mi hermana, mi amor pequeño - El corazón se me encogió - Siempre fue una niña valiente y empatica,  y libre. Reconozco que ser mi hermana no ha sido fácil, a veces, muchas veces, no le preste la atención necesaria - te quiero gordi y lo sabes- Me tiró un beso - Mis padres estuvieron muy ocupados enderezándome.
- ¿Conocéis la leyenda japonesa del hilo rojo? - Miró a la audiencia que seguía atenta su discurso- ¿no?  -Sonrió nuevamente desplegando su encanto - Esa leyenda dice que todos estamos unidos mediante un invisible hilo rojo anudado a nuestro dedo meñique a otra persona que supuestamente nos complementa y esta llamada a ser el amor de nuestra vida. Puede que lleguemos a conocerla o puede que no.
Nacho y Natalia se conocen desde hace mucho tiempo, aunque nunca mantuvieron una estrecha amistad. Hubo periodos en los que interactuaron más, pero por lo general cada uno se mantuvo en su sitio. Voy a confesaros una cosa - Nos miró intensamente  - Me sentí un miserable cuando me negué a ayudarte con las matemáticas y provoqué aquella bronca absurda, pero tenía que llamar tu atención -se dirigía a Nacho - no soportarías escucharla llorar, porque en eso Natalia no ha cambiado, sigue siendo una llorona; y salió bien, la ayudaste a aprobar y ella sin querer y sin saberlo te trajo de vuelta al mundo.
Creo que ellos dos estan unidos por ese invisible hilo rojo. Este brindis es por y para vosotros. Mucha suerte, sois muy valientes.
- Ahora nos queda el bailecito de turno, una bonita canción que os he elegido yo porque se que os encanta. - Silbidos...aplausos...esta gente es un poco gamberra
- ¡Qué se besen!
- ¡A ver si ahora se te pasa la mala leche! - Esos fueron los compañeros de Nacho a quienes dedicó una peineta mientras me abrazaba. Hubo beso y más aplausos. Y más silbidos.
Bailamos dejandonos llevar. Una vez más Leiva.
El ambiente se destensó, se terminaron los formalismos y empezó la fiesta, la de verdad. Dónde mis amigas y los compañeros de Nacho desempeñaron un papel muy importante.





11 de noviembre de 2016

La chica del club de golf (36.1)


La Chica del club de golf (36)

Mi madre nos despertó temprano, muy temprano. Su voz al teléfono sonaba distinta, sin rastro del resentimiento del día anterior, alegre y parlanchina, sus comentarios jocosos calmaron la desazón que me recorría después de nuestro encontronazo. Cuando terminé la llamada Nacho me esperaba en la cocina con el desayuno preparado y café recién hecho.
- Quiere que esta noche me ponga el vestido de la boda, dice qué es muy bonito, un poco corto para traje de novia, pero como tengo unas piernas preciosas...- Me acarició con la mirada sin separar la taza de humeante café de sus labios. No se como puede tomarlo sin endulzar. - Pero, que ni se te ocurra aparecer en vaqueros y camiseta – Me enseñó su móvil con un mensaje de mi madre en pantalla.

Estas muy guapo en las fotos de la boda, pero esta noche ¿podrías vestirte algo más formal y ponerte zapatos?

Te lo pido como suegra tuya que soy desde hace unos días, ya sabes que como Natalia no se me ocurriría.


Emoticono del beso a modo de despedida

Como poder...podría. Otra cosa es que quiera. Acabo de descubrir cuanto me divierte llevar la contraria a mi suegra.
Sería distinto si me lo pidiera Natalia (madre).

Y le devolvió un corazón de emoticono.

Bonito intercambio, ¿se habían declarado la guerra? Los mensajes, aunque divertidos, iban cargados de mala leche. Mi madre parecía haber convertido a Nacho en el objetivo de su furia utilizando para ello el sarcasmo.
Sin querer desplacé el dedo por la pantalla y apareció el anterior mensaje de mi madre, fechado el veintitrés de diciembre pasado. Una foto. Mía. Distraída. Sonriendo no se a qué o a quién. Sin texto. Sentí su mirada y no quise devolvérsela para que no descubriera el torbellino que se estaba desatando en mi mente. No le hizo falta.
- No te precipites.
Mírame antes de llegar a conclusiones erróneas. - sonrió inocentemente levantando las manos con las palmas hacia arriba.- En realidad, es lo que parece – Se encogió de hombros. El muy puto estaba disfrutando con mi incertidumbre. - Un poquito de chantaje emocional para hacerme cambiar de opinión.
- Entonces no me he equivocado. - Corté molesta.
- Si, porque no hay motivos ocultos en el mensaje. Sólo pensó que quizá podría convencerme y así pasar la Navidad todos juntos. No hay segundas intenciones. Hasta hace muy poco tu madre estaba convencida de que nuestra relación era "casi" fraternal. 
- Tu padre y yo habíamos discutido. Otra vez. Porque es anárquico, caótico, resulta imposible llevar un plan de trabajo con él. Toma decisiones arbitrariamente, sin consultar cuando implican a terceros, en este caso yo. - Sonrió – Os parecéis mucho. - Si, claro. Por eso le resulta tan fácil leerme, ha aprendido trabajando junto al difícil de la familia. Le enseñé el dedo corazón y sonrió. De esa manera que solo me sonríe a mi, sincera y abierta, sin sarcasmo. 
- Y cambiaste de opinión. - Negó con un leve movimiento de cabeza.
- Nunca dije que no fuera a ir.
- ¡Que pena! - Puse morritos – Me hubiera encantado ser la causante de tu cambio de planes.
- Y lo fuiste, no pensé quedarme tantos días. De hecho desde allí viajaría a Bruselas a pasar el fin de año con una amiga. - Hizo una pausa y me miró buscando algún tipo de reacción. Pues lo tenía claro, menuda soy para esas cosas. A estas alturas ya debería saber que no soy celosa, o al menos no cuando esperan que lo sea. - Por eso cuando cambié el billete no tenía fecha de regreso.
- Mal amigo, le diste plantón. - Me acerqué a él juguetona.
- No soy bueno, ya te lo dije. La mayor parte del tiempo solo pienso en mi.
- Mentiroso.
- ¡Listilla!
- ¿Tan claro lo tenías?
- Cuando apareciste con ese vestido gris sin mangas y taconazos...dejé de pensar con claridad...Siempre fuiste la hermana de Jorge, no la mía – Puntualizó acercándose a mi dejando claro que nunca me vio como a tal. Me besó. Hambriento. Lascivo – Tuve muy claro qué me gustaría hacer contigo, si me dejases, no podía pensar en otra cosa – Un susurro ronco recorriéndome entera haciéndome estremecer. - Solo tenía que conseguir que me dejases...no medí bien el riesgo, no calculé lo que tu – me mordió en el hombro- harías conmigo aunque no me dejara... Lo que vino después...ya lo conoces. Fuiste consciente antes que yo, de tus sentimientos y de los míos. Me tomaste de la mano y no me soltaste hasta estar completamente segura de que no perdería el equilibrio, de que no iba a retroceder, de que poquito a poquito iría hacia adelante sin mirar atrás, de que había ciertas cuestiones que tendría que resolver solo.
Claro, que luego se te cruzaron los cables y lo estropeaste todo.- Arrugó la nariz.
- Yo no lo estropeé – Me defendí. - Además, te hice reaccionar.
- Eso no te lo crees ni tu, pero bueno ¿estas preparada para el fiestón postnupcial?  - Lo hizo otra vez, cambió de tema y por su expresión no iba a permitirme continuar.
- Es solo una cena- Manifestó su desacuerdo con un suave cabeceo.
Y antes de que me diera cuenta volví a estar pegada a él, saboreando el placer de quitarle la camiseta, el deleite de acariciar su pecho sintiendo la calidez de su piel y abrazar su cuerpo desnudo sintiéndome protegida. Lo único importante, el resto daba igual.

No volvimos a pensar en la dichosa cena, nos mantuvimos ocupados bajando a hacer la compra, preparando la comida, haciendo el amor, durmiendo la siesta...jugando a vivir. Disfrutando de unos momentos que en nuestro día a día juntos no iban a repetirse con asiduidad por cuestiones laborales. Llegado el momento ya nos organizaríamos, ahora tocaba permanecer en nuestra burbuja el mayor tiempo posible, disfrutar el uno del otro porque en unos días yo tendría que volver a subirme a un avión.
Cuando comencé a vestirme estaba tan nerviosa que no atinaba a abrochar la pulsera de la sandalia joya que complementaba mi atuendo y Nacho tuvo que ayudarme. Su mirada y la mía siguieron el recorrido de sus dedos que en una lenta e insinuante caricia ascendieron por mi pierna hasta llegar al muslo donde nuestras miradas confluyeron cargadas de intención.
- Si continuas mirándome así llegaremos tarde.
- Por mi, como si no vamos – Sentenció ayudándome a ponerme de pie.
- Sería una pena. - Le besé en los labios – Con lo guapo que te has puesto. - deslicé las manos por sus hombros como si estirara una invisible arruga en su impecable camisa negra. Mi macarra elegante lucía perfecto con pantalón y camisa negros, y por supuesto, zapatos. Los puños de la camisa recogidos cubriendo sus antebrazos tatuados.

Entramos en el restaurante cogidos de la mano y luciendo nuestra mejor sonrisa que se nos congeló en los labios cuando descubrimos que de reunión familiar nada. Allí estaba congregado todo el mundo.
La familia de Nacho (menos su hermana que seguía de luna de miel), la mía, nuestros amigos, amigos de ambas familias, y la plantilla del restaurante al completo. Mi padre literalmente "había tirado la casa por la ventana" cerrando el restaurante al público, cancelando reservas y organizando, en menos de veinticuatro horas, una fiesta.
Mi madre corrió a saludarnos y algo rezagada, como pidiendo permiso, la siguió la de Nacho que no apartaba la vista de su hijo, no se si sorprendida o emocionada. Me puse muy nerviosa. De haber podido habría salido corriendo. Nacho me apretó la mano con fuerza impidiendo que nos soltáramos cuando mi madre quiso dirigirme hacia donde estaban mis tíos.
La gente me gusta, y se me da bien, pero no estaba preparada para algo así. Incluso estaban haciendo fotos. No quise ni pensar en como debía estar Nacho.
No tenían derecho a prepararnos algo así, no sin habernos consultado previamente. Asumí la situación y me tragué mi malestar, no quedaba otra.
Y encima hicimos nuestra entrada con Sam Smith cantando I'm not the only one, que si, es muy bonita, pero no era un buen augurio.
Saludamos poco a poco a todos "nuestros invitados" y recibimos sus parabienes sin soltarnos de la mano, manteniendo siempre el contacto. Nacho solo me soltó para ir a saludar a mis amigas que, pacientemente, esperaban en un extremo al fondo del salón, bebiendo cava y tonteando con los compañeros de Nacho como si la cosa no fuera con ellas.
- Lo siento lo siento lo siento, no me ha dado tiempo a deciros nada.
- ¿Cómo que no, tonta? ¿Tan embelesada estas que no te acuerdas? A ver, enséñanos el pedrolo.- Las miré sin comprender, y entonces lo supe, mis padres habían respetado nuestro deseo. Celebrábamos nuestro compromiso, solo algunos de los asistentes sabía que ya nos habíamos casado. Anunciarlo o no, era decisión nuestra.

Me costó localizarle entre tanta gente, pero le encontré en la cocina, su hábitat natural. Solo. Sosteniendo una copa vacía y con la vista perdida en un punto indeterminado.
- ¡Papá!- Gimoteé. Me abrazó susurrando mi nombre
- No llores, hija...Es tu noche.
- No, no lo es, papá. Nosotros no necesitamos todo esto.- y extendí la mano hacia el salón.
Mi padre asintió pensativo siguiendo la trayectoria de mi mano.
- Lo se, lo se. Pero se trata de Nacho y de ti. 
Es sólo un gesto que evitará malentendidos y suspicacias. Dejad que vean por un ratito lo mucho que os queréis.
La decisión de anunciar  o no que ya no habíamos casado era nuestra; esa era la ocasión de mostrarnos como pareja ante todos. que nosotros no necesitáramos, o no quisiéramos, nada de nadie, no sinificaba que nuestras familias tuvieran que sentir lo mismo. se trataba de un momento importante en sus vidas que querían compartir con sus íntimos. No nos costaba nada prestarnos a ello. Así lo entendimos, y aceptamos.
Al final la emoción me pudo y terminé llorando abrazada a mi padre de un modo tan elocuente que no hicieron falta palabras.


19 de junio de 2016

La chica del club de golf (35.1)


La chica del club de golf (35)

Después de nuestra más que "intima boda (la llevamos al extremo), pasamos un par de días en la isla acostumbrándonos a nuestro nuevo estado civil y recuperando el tiempo perdido. A Nacho le parecía cómica la situación, cada vez que miraba su mano derecha comenzaba a reír y en más de una ocasión le sorprendí cabeceando como si no diera crédito. Aprovechando los días de permiso con los que la empresa me bonificó por matrimonio decidimos viajar a la península. Por mi hubiéramos seguido escondidos en ese oasis de paz, pero era el momento de afrontar los hechos y salir al mundo exterior.
- Ni hablar- Contestó tajante mientras terminaba de hacer su equipaje. - No volvamos a lo mismo, no pienso ocultar que nos hemos casado – Ya os hacéis idea de que acababa de proponer que mantuviéramos la boda en secreto.
- Vale, no te enfades – Levanté las manos en son de paz, tenía que intentarlo. Estaba muy bien ese rollito íntimo y un poco hippie, pero a nuestras familias no se lo debíamos ocultar. - Entonces antes de ir a casa - que extraño sonaba - pasamos por la de mis padres y hablamos con ellos, y luego vamos a ver a tu madre, porque a ella también hay que decírselo.
- No es necesario, ya lo sabe. - ¿Cómo que ya lo sabe? No es una noticia que se deba dar por teléfono. - He hablado con ella esta mañana - ¡Joder con Nacho! - Además fuimos juntos a comprar el anillo de compromiso. Se empeñó en que pasara por la tienda (su madre y su hermana se dedican al diseño y confección de bolsos) antes de irme para que te trajera varias cosas de la colección de verano - Pues no me ha traído nada.
Seguí con la mirada todos sus movimientos a la espera de que continuara hablando.
- ¿Y? - Juro que a veces me saca de quicio ¿tanto le cuesta llevar una conversación a término? 
- Lo dejé en casa.
- ¿El que?
- Un par de bolsos y un cluntch o algo así.
- Clutch – Se encogió de hombros - ¿Que qué ha dicho tu madre?- Sonrió malicioso, disfruta sacándome de quicio.
- Nada, se ha quedado muda y después ha cambiado de tema.
- Mira, en eso os parecéis. - Se ríe - ¿Y a mi hermano?
- ¿Qué pasa con Jorge?
- También hay que contárselo ¿o ya se lo has dicho?
- Ni palabra ¿Se lo has dicho tu a tus amigas?
- No quiero hablar con ellas sin haberlo hecho antes con mis padres.

Fue un vuelo tranquilo. Nacho se tomó su pastillita, esta vez con agua, y pasó todo el trayecto medio adormilado. Incapaz de leer o de concentrarme en nada para amenizar el trayecto conecté mi ipod y cerré los ojos dejando a mi mente vagar libremente.
Había muchas cosas de las que nunca hablamos, no sabia si Nacho quiere tener hijos, ni siquiera si yo quiero tenerlos. Nunca he pensado en ello. Supongo que si ¿no? Al fin y al cabo es la misión del ser humano; nacer, crecer, reproducirse y morir.
No habíamos hablado de dinero, es de mal gusto ya lo se. No teníamos una cuenta bancaria conjunta, no sabía si deberíamos firmar una separación de bienes o un contrato prematrimonial, o a lo mejor deberíamos haberlo hecho antes ¡yo qué se! ¿Será verdad que tiene tanta pasta como dice mi hermano? No hace ningún tipo de ostentación, en realidad es bastante austero. Bueno no tanto, que la ropa que viste es cara. Aunque sean unos vaqueros rotos. Y además estábamos viajando en "bussines", por no hablar del anillo de compromiso...Aly dice que su valor ronda los quince mil euros. En la póliza de seguro han tenido la deferencia de obviar la cantidad limitándose a adjudicar un número de contrato como referencia. Supongo que lo podría averiguar porque esta a mi nombre, pero ¿realmente quiero saberlo?. No le voy a preguntar cuanto dinero tiene en el banco pero lo mejor será abordar todos esos temas con naturalidad.
- Nacho – Estaba despierto, se movió para coger un botellín de agua y beber - ¿tu quieres tener hijos?
- Joder Natalia ¿ya estamos en esa fase? ¿Podemos hablarlo en otro momento o tenemos que ponernos a ello ya? Me estoy durmiendo - Sonrió con picardía quitándome un auricular y colocándoselo en su oído después cerró los ojos mientras Leiva y su Hermosa taquicardia nos envolvian. - Si, si me gustaría – contestó en un susurro apoyando la cabeza en mi hombro.

Mis padres no encajaron bien la noticia de nuestra boda. Ni siquiera mi madre en quien, en un principio, creí tener una cómplice. Tampoco mal. No dramatizaron en exceso pero si parecían un poco molestos y muy, pero que muy sorprendidos.
- Vosotros sabréis. Yo sólo deseo que hayáis acertado con vuestra decisión – Sentenció mi padre poniendo fin a un momento tenso cargado de significativas miradas y reproches mudos. - No tengo mucho más que decir.
Mi madre paseaba la mirada del rostro de Nacho al mío y viceversa. Estaba poniéndome muy nerviosa.
- No le des más vueltas mujer - La calmó mi padre cogiéndole la mano – Nosotros hicimos lo mismo, pero ahora lo vemos desde el otro lado.
- No es lo mismo Leo – Hablaban como si no estuviéramos presentes – Son otros tiempos...no hace falta casarse...- ¡Genial, ni mi propia madre confía en nuestra decisión! 
- Mejor así, lo han hecho porque han querido, a nosotros nos obligaron. Mi padre estaba siendo demasiado condescendiente, quizá para suavizar el mal rato de ver y escuchar a mi madre cuestionarse nuestro matrimonio.
- Chaval – Dijo poniéndole a Nacho la mano en el hombro mientras se levantaba – Ya la puedes cuidar, te ha hecho madurar en meses lo que no has madurado en años.
- Enhorabuena – Nos besó en la cabeza primero a mi, luego a Nacho. - Habrá que empezar a hacer vida familiar ¿no? Mañana cenamos en el restaurante.
- Nacho avisa a tu madre y a Matías
- ¡Pobre mujer! La vas a matar con tanto disgusto – Le dio una colleja.
Mi madre rompió su silencio para preguntar si teníamos fotos. Le enseñamos las que llevábamos en el móvil.
- ¡Ay señor! Mira Leo, si se han casado en una playa, y descalzos.
No es que mis padres desearan una boda convencional, supongo que imaginaban que viviríamos juntos y que quizá pasado el tiempo nos casaríamos como hacen las parejas en la actualidad.
- Se os ve tan felices... – Sonrió- Y tan guapos...
Mi padre y Nacho salieron de la cocina hablando de trabajo, pasada la sorpresa inicial "otros asuntos" requerían su atención.
- Mama – Me interrumpió para pedirme que le mandara la fotos a su móvil sin prestarme mucha atención - ¿Te has enfadado?
- No, cariño, nunca podría enfadarme contigo, ya lo sabes. Diferente es que no me haya gustado lo que habéis hecho.
- Pero yo creí... - Levantó la mano pidiéndome que la escuchara. 
- El único motivo por el que dos personas deben unir sus vidas es el amor. Doy por supuesto que esa es la única razón que os ha empujado a "esta locura" y os deseo lo mejor.
- ¡Joder mamá, parece que estas hablando de la hija de los vecinos! No se si nos estas dando la bendición o anunciando nuestro fracaso.
No es lo que esperaba de ti, la verdad. - Me quejé al borde de las lagrimas.
Hizo un gesto con la mano para indicarme que sellaba sus labios y no iba a hablar más. Mejor. No dejaba de mirarme.
- ¿Qué?- No tengo paciencia.
- Llevaos mi coche y conduce tu.Tu marido esta medio dormido. -Y pronunció "tu marido" con retintín.
- Ya hablaremos cuando se te haya pasado.
- Si algún día me hacéis abuela espero enterarme antes de que nazca mi nieto. -¡Que mala leche tiene la hippie!. Eso tiene que ser muy malo para el karma. Luego dice de mi padre. A punto estuve de contestarle que la mantendríamos informada de los avances, pero lo habría empeorado todo. 
- Natalia - Y por fin me abrazó. Lo suyo le costó, que mi madre es muy suya.- Es solo que cuando hablaste conmigo ya lo sabias...me hubiera gustado que me lo contaras...participar...pero entiendo que ha sido vuestra decisión y que solo vosotros sabéis que os ha llevado hasta allí.

¡Bienvenidos al mundo real! Estaba deseando largarme, no acostumbraban a llevarme la contraria y me hacían sentir incómoda.

Nacho despertó de golpe, aunque no parecía muy afectado.
- ¿Qué esperabas Natalia? Es normal que reaccionen así y que no tengan ninguna fe en lo nuestro.
Han sido testigo de nuestra bajada a los infiernos, tu estabas lejos y podías disimular, pero yo no. Cuando no estoy bien puedo llegar a ser muy desagradable. De hecho lo he sido. Mis compañeros respiraron cuando marché a Singapur y me perdieron de vista.
- ¿Te da igual lo que piensen?
- Si. Entiendo que son tus padres, pero se les pasará.
- ¿Y si no se les pasa?- Lloriqueé.
- Se les pasará.
- ¿Cómo estas tan seguro?
- No hemos hecho nada malo, solo nos hemos casado en secreto para ahorrarnos un sin fin de explicaciones que no estamos dispuestos a dar, al menos yo. Somos "solo tu y yo" ¿no se trataba de eso?
- Mi madre pone en duda que nos queramos lo suficiente.
Se encogió de hombros. Esta más acostumbrado que yo a que desconfíen de sus decisiones. Nacho no es una persona complaciente por lo que no espera que los demás lo sean con él.
- ¿Y eso te está haciendo desconfiar?
- No
- No le des más vueltas – Me besó antes de bajar del coche. Llegábamos a "su" casa, ahora ya "nuestra" casa y aparcamos en coche en la plaza reservada a las visitas porque las suyas estaban ocupadas por el coche y la moto de su propiedad.
Nos encerramos en casa para volver a ser solo nosotros. Nacho y su capacidad para elevarme a las nubes y hacerme olvidar del mundo. Porque en realidad lo único importante somos nosotros.
Hicimos hueco en el vestidor y en el baño e invertimos parte del tiempo en acomodar mis pertenencias. En los siguientes días tendría que completar la mudanza con el resto de las cosas que aún permanecían en casa de mis padres esperando a que un día volviera o me marchara definitivamente.
Cuando estábamos recién duchados, relajados después de una sesión de sexo tranquilo y amoroso, preparando nuestra primera cena en casa...sonó el timbre.
- Vístete – Me dijo sorprendido dándome un leve beso en los labios – Es tu hermano – Nos habíamos olvidado de él, y del resto del mundo - No te preocupes – Debió de ver mi cara de pánico – Es inofensivo.
Jorge entró riendo juguetón, imitando a "pozi", llamando a Nacho "cuñao" y subiéndose a su espalda.
Son amigos. Muy diferentes el uno del otro, pero a veces parecen la misma persona. A mi hermano no le incomodan sus silencios, esta muy acostumbrado y se maneja con fluidez en ellos, comunicándose con la mirada o un simple gesto. Se conocieron hace muchos años, eran muy pequeños, en un campamento de verano porque el destino así lo quiso. Nacho vivía en el "Soto de la Moraleja" y estudiaba en un colegio privado , nosotros en pleno Madrid castizo e íbamos a uno público. De no haber sido por aquel campamento bilingüe en un pueblo de Asturias, sus vidas jamás habrían coincidido. Quizá las nuestras tampoco.
Comenzó a abrir una botella de Tokai, un vino húngaro por el que tiene cierta debilidad y sirvió una copa a cada uno. También había traído un surtido de delicias japonesas del restaurante de moda de la ciudad. Hablaban entre ellos trajinando en la cocina mientras yo ponía la mesa en la terraza. Levantó su copa lanzando un brindis al aire por nosotros.
- ¡La que habéis liado! No he visto a mamá tan enfadada en años.
Ni cuando te encerré en casa- Rió dándome un abrazo.
Yo era pequeña, él un adolescente que quería salir y no podía porque tenía que cuidar de su hermana. Me propuso jugar al escondite, e insistió mucho en que no saliera si él no me encontraba. Cuando llegaron mis padres a casa me encontraron dentro de un armario y ni rastro de mi hermano. Creo que le castigaron hasta que fuera mayor de edad. No lo se. Porque a él los castigos le daban lo mismo, se los saltaba sin ningún tipo de remordimiento. Yo creo que disfrutaba desafiando a mis padres. Es el rebelde de la familia.
- Al principio me he asustado, pensé que os había sucedido algo, como no paraba de repetir vuestros nombres...cuando me lo ha dicho casi se me cae el teléfono de la mano – Rió divertido - ¡Estáis locos! 
No por favor, mi hermano no, él no. Conoce a Nacho mejor que nadie... 
- Ha sido una de esas conversaciones en las que sabes que digas lo que digas vas a quedar mal.
Yo me he callado, y mamá lo ha interpretado como que estaba de acuerdo con ella. 
Lo siento – Se encogió de hombros sin dejar de sonreír – No me he atrevido a llevarle la contraria.
¡La leche! ¡Qué carácter!
¡Su niña, que en la vida le ha dado un disgusto!
¡Bienvenida al club de los hijos díscolos! - Me abrazó dándome muchos besos en la mejilla de esos que dan las abuelas.
Jorge fue el rebelde, yo su opuesto. Desde pequeña fui una niña buena, dulce y cariñosa, pulcra, obediente. Sacaba buenas notas y colaboraba en casa. Jamás di una mala contestación, ni llegué a casa borracha (no quiere decir que no me emborrachara). Jorge decía "no" a todo por sistema, algunas veces sin escuchar la pregunta y le encantaba marcharse dando un portazo. Desde muy pequeña aprendí qué tenía que hacer para pasar desapercibida y salirme con la mía.
- Ni que decir tiene que te ha sacado de su lista de favoritos – Dijo dirigiéndose a Nacho – Porque "eso" solo puede ser idea tuya – Acuso – De su niña... no.
¡Es lo que hay! Ha pasado a ser tu suegra, y como yerno, de momento, no le gustas – Nos abrazó a los dos - ¡Es genial! 
¡Si si si!¡Gracias universo, por fin un aliado!
- Me alegro mucho, por los dos, pero especialmente por ti Nacho.
No sabes cuanto deseaba que por fin encontraras a alguien que te hiciera feliz y te obligara a abandonar tu zona de confort.
Y resulta que siempre estuviste ahí, tan cerca – me señaló con la copa – Ese rollito que os traíais con las matemáticas...
Cuando llegó Elena comenzamos a cenar, y desde el principio las explicaciones que mi hermano no necesitó hubo que dárselas a ella. Me sentí incomoda, juzgada y cuestionada por una persona que no debería hacerlo. Pero, por alguna razón, me importaba su opinión, si es que se atrevía a manifestarla abiertamente o le bastaba con alusiones veladas.
Fue insaciable. Nos sometió a un interrogatorio que en algunos momento llegó a ser molesto por incisivo.
- Pues si no le conceden el traslado – Nacho tomó la palabra cortando de raíz el alegato de Elena sobre los inconvenientes de mantener una relación a distancia – Me trasladaré con ella. - Le miramos sorprendidos, la primera yo. Nunca habíamos contemplado la posibilidad de que no me lo concedieran.
- No puedes hacer eso.
- Si puedo. - Contestó cortante dando la conversación por terminada.
Creí que el corazón se me saldría del pecho. Estaba dispuesto a dejarlo todo por mi. Su situación laboral era mucho más comprometida, y sin embargo, no dudaría en dejarla atrás por estar conmigo. Es incapaz de decir "te quiero", pero lo dejaría todo por mí ¿Quién necesita un "te quiero"? Sólo son dos palabras, nada más que dos palabras. Miré al cielo fingiendo buscar estrellas escondiéndome de su mirada porque no quise que descubriera que en ese preciso instante estaba cuestionándome si sería capaz de dejarlo todo por él.

En ese momento ignoraba que el devenir de la vida se ocuparía de colocarme en una encrucijada.