ALICIA
Y KAIET
Toda
su ropa yacía extendida sobre la cama, aun no había decidido que
ponerse. Nerviosa, temiendo enfrentarse otra vez a esa extraña
decepción. Evitaba mirar a Natalia para no leer en sus ojos "otra
vez te ha pasado lo mismo" aunque no dijera nada y anduviera
buscando en su armario algo de ropa para prestarla
¡Joder!,
no. ¿O si? Era una posibilidad. Siempre se negó a reconocer que una
silenciosa carencia de afecto la inducía a confundir necesidad con
realidad. Pero esta vez no. Habrá una razón, y no debería sacar
conclusiones precipitadas. Se merecía un final feliz, y Kaiet era un
tipo que merecía la pena. Deseaba tener su propia historia de amor,
la más bella del mundo. Porque sería suya y de nadie más.
Kaiet
puso su presente patas arriba. Cuando se conocieron se pasaron esa
primera noche hablando y bromeando. No hubo sexo, pero tampoco lo
necesitó, y aunque en algunos momentos la tensión sexual fue
palpable, ambos supieron controlarse. Pasó cuando tuvo que pasar.
Fue rudo y primario, desinhibido, y muy satisfactorio.
Eran
dos perfectos desconocidos ¿y qué? También lo eran Natalia y Nacho
aunque se conocieran desde casi siempre. Su amiga había sabido dejar
atrás su resentimiento, justificado porque se excedió, y estaba mostrándola su rotundo apoyo. Pero no por eso la quería más, el
"angelito malo" flotaba libremente por su cabeza nublando
el juicio. Verla tan feliz...la superaba.
¿Qué
coño la pasaba? ¿Qué culpa tenía Natalia de las decisiones que
ella y solo ella había tomado?.
- ¿Te
apetece un té? - Mira qué mona, ahora toma té.
- Prefiero
un gin tonic, la verdad.
- Vale,
cuando regreses, pero ahora no lo necesitas.
- Natalia, no seas así, no lo merezco, soy una cabrona que solo
pienso en mi misma. - Me miró de hito en hito.
- Déjate
de royos que nos conocemos – Comenzó a ordenar la ropa - Si nada de lo que has traído te convence mira en mi armario a ver si
hay algo que te guste más.
- No
voy a ir – Se dejó caer en la cama.
- Tengo
un mono ideal. Aun no lo he estrenado, pero con estas cuñas te va a
quedar genial. Es muy escotado y tiene la espalda al aire...
- No
hagas como que no me has oído.
- Te
mereces una explicación y vas a ir.
- Tienes que descubrir si te equivocaste o no. Y si todo sale mal nos tomaremos
un gin tonic o siete. - Lloriqueó – Escucha, cambiar la fecha del
vuelo de regreso no te va a resultar fácil, mejor aclarar todo para
poder pasar página.
- Además,
estamos dando por supuesto que va a salir mal, seguro que hay una
explicación.
La
pantalla del móvil se iluminó, Kaiet esperaba en el vestíbulo. Se
vistió rápidamente con lo primero que pilló: un pantalón pirata y
un top. Se lavó la cara maldiciendo y salió a todo correr escaleras
abajo descalza con las sandalias en la mano.
Kaiet
permanecía de espaldas, contemplando el jardín interior. Cerró los
ojos deseando con fervor que no la mintiera.
- Hola
– Saludó con inseguridad. Y Kaiet se volvió hacia ella con una
sonrisa que no le cabía en la cara
- Alicia
– La abrazó y si la notó tensa no dijo nada – Qué sorpresa –
La besó en los labios.
- ¿Sorpresa
para bien o para mal?
- Para
muy bien – La cogió en brazos mientras volvía a besarle. - ¿Hay
algún motivo para que vayas descalza? - Susurró en su oído.
Alicia
sonrió coqueta mientras se apoyaba en él para calzarse.
- Y cuéntame ¿qué planes tienes?
- Quiero aprender a hacer surf – salieron del hotel cogidos de la mano – Bueno no, quiero que tu me enseñes a hacer surf. Me lo prometiste.
- Y cuéntame ¿qué planes tienes?
- Quiero aprender a hacer surf – salieron del hotel cogidos de la mano – Bueno no, quiero que tu me enseñes a hacer surf. Me lo prometiste.
Se
había relajado y estaba dejándose llevar, ya habría tiempo de
entrar en terreno farragoso.
- ¿Puedes quedarte con Natalia? - Finalmente se salió con la suya y ambos estaban tomando un gin tonic en una tranquila terraza junto al mar. Todo en esa isla era calma y sosiego, pero ella se tensó al oír la pregunta. Que tuviera un hijo no era un inconveniente, si que se lo hubiera ocultado – Es que están mis padres en casa.
- ¿Tus padres? - Sonrió disimulando.
- ¿Puedes quedarte con Natalia? - Finalmente se salió con la suya y ambos estaban tomando un gin tonic en una tranquila terraza junto al mar. Todo en esa isla era calma y sosiego, pero ella se tensó al oír la pregunta. Que tuviera un hijo no era un inconveniente, si que se lo hubiera ocultado – Es que están mis padres en casa.
- ¿Tus padres? - Sonrió disimulando.
- Puedes
quedarte con nosotros si quieres- Aclaró para evitar malos
entendidos - a mi no me importa, pero no se si te vas a sentir
cómoda. Se marchan el domingo – Ni una palabra del niño. -
Creo que congeniaríais, son maestros, ya estan jubilados, pero
tendríais mucho de lo que hablar.
- Seguro que si – Y seguía sin soltar prenda del niño.
- Os vi – La miró sin entender. - esta mañana, cuando volvíais de la playa. Yo estaba abajo, esperándote, quería darte una sorpresa.
- ¿Y porqué no dijiste nada? - Le miraba fijamente analizando cada gesto, cada movimiento.
- También vi al niño. - La confusión de Kaiet iba en aumento.
- ¿Y? - Respiró lenta y pausadamente para tomar conciencia del momento. Se sentía orgullosa de si misma, estaba manejando la situación con un aplomo que nunca creyó tener. A lo mejor es que estaba madurando. - ¿Qué problema hay con el niño? Eres maestra, algo te gustaran, digo yo – Pobre, estaba totalmente desconcertado. Y como si se le hubiera ocurrido un disparate sonrió mientras negaba con un leve movimiento de cabeza. - ¿Has pensado que era mi hijo? - Ahora era ella la desconcertada – Es Aitor, mi sobrino. Pero no lo entiendo ¿porqué no te has acercado a saludar
- Seguro que si – Y seguía sin soltar prenda del niño.
- Os vi – La miró sin entender. - esta mañana, cuando volvíais de la playa. Yo estaba abajo, esperándote, quería darte una sorpresa.
- ¿Y porqué no dijiste nada? - Le miraba fijamente analizando cada gesto, cada movimiento.
- También vi al niño. - La confusión de Kaiet iba en aumento.
- ¿Y? - Respiró lenta y pausadamente para tomar conciencia del momento. Se sentía orgullosa de si misma, estaba manejando la situación con un aplomo que nunca creyó tener. A lo mejor es que estaba madurando. - ¿Qué problema hay con el niño? Eres maestra, algo te gustaran, digo yo – Pobre, estaba totalmente desconcertado. Y como si se le hubiera ocurrido un disparate sonrió mientras negaba con un leve movimiento de cabeza. - ¿Has pensado que era mi hijo? - Ahora era ella la desconcertada – Es Aitor, mi sobrino. Pero no lo entiendo ¿porqué no te has acercado a saludar
Y
Alicia no tuvo otra opción que confesar sus sentimientos, sus
miedos, sus fracasos, sus hasta el momento inconfesables anhelos, desnudando su alma.
- ¿Y
porqué no habría de contarte que tengo un hijo si lo tuviera? -
Alicia ocultó avergonzada la cara en sus manos – Es hijo de Jon,
mis padres han venido a recogerle para llevarlo a pasar el verano
con ellos.
- Lo
siento. Me precipité.
- ¿Tan
mal te han tratado? - Alicia esbozó una sonrisa triste que no le
llegó a los ojos. Kaiet la cogió una mano y se la llevó a los
labios besandola suavemente.
- ¿Cuánto
tiempo estuviste casado?
- Casi
tres años. - Ambos guardaron silencio- ¿Quieres saber qué pasó?
- Solo
si tu lo quieres contar.
- Nos
conocimos en Lóndres, donde yo curraba y mal aprendía inglés, en
una fiesta en casa de unos amigos comunes. Estaba a punto de
quedarme sin alojamiento, y me ofreció compartir piso. Heike por
su trabajo viajaba con asiduidad, en teoría no coincidiríamos
mucho. Era un buen apartamento propiedad de la aerolínea que luego
arrendaba a su personal. Todo un negocio, pero el alquiler no era
alto para estar en el centro de la ciudad. No teníamos nada en común, excepto las ganas de divertirnos. Supongo que me enamoré de
su independencia y de la vida tan cosmopolita que vivíamos. Hasta
ese momento nunca mantuve una relación digna de ser considerada
como tal, ella era mucho más madura y experimentada que yo y me
pasó por encima. Nos casamos para disgusto de mi madre que no lo
veía nada claro. Luego la trasladaron a Amsterdam y la seguí. Fue
casi un año de calvario porque no conseguí acostumbrarme a la
ciudad. Con una cultura gastronómica inexistente, me arrastré por
trabajos de mierda hasta que terminé currando en un restaurante
argentino donde me aficioné a los vinos chilenos y me sentía como
en casa. Y cuando hice las paces con la ciudad y empezaba a
disfrutar...Un nuevo traslado a Tenerife a petición suya. Y yo la
seguí. Dijo que lo hacía por mi, que quería que fuera feliz pero
que va. A esas alturars la conocía lo suficiente para saber que era
un culo de mal asiento y que se aburría pronto. No se cansó de
repetirme que para ella era un sacrificio profesional, que yo mi
prpfesión la podía desarrollar en cualquier lugar del mundo...Se
cansó pronto. Nuevo traslado a Amsterdam. Y esta vez no la seguí.
Estaba claro que tarde o temprano también terminaría cansándose de
mi. Dolió menos de lo esperado, lo vi venir. En un mes firmamos el
divorcio. Desde entonces no he vuelto a saber de ella. - Se
abrazaron mientras paseaban por la playa – Hice muchas cosas mal,
cometí todos los errores posibles.
- ¿Y
como viniste a Lanzarote?
- Por
Jon, su novia se había largado dejándolo con Aitor y estaba
desbordado. Vine a echar una mano y al final me quedé.
- ¿Y
ahora qué? - Se encogió de hombros.
- Me
llamó Leo Santacruz hace unos días – El padre de Natalia – Me
comentó que le gustó mucho mi trabajo y que si estaba dispuesto a
cambiar de aires tenían una propuesta que hacerme.
Se
le aceleró el pulso y tuvo que esforzarse en disimular su ansiedad.
- ¿Qué
le dijiste?
- Alicia,
es Leo Santacruz, y viene buscarme , no he tenido que llamar a su
puerta. Eso pasa en contadas ocasiones.
- ¿Te
trasladarías a Madrid? - Resopló
- No
lo se. Muy lejos del mar. - Un pellizco de decepción.
- Me
entrevistaré con Nacho Herráez. - El marido de Natalia le aclaró
– Es una "puta maquina" ese tío.
- ¿Nacho?
- Preguntó incrédula.
- El
restaurante estuvo al borde de la quiebra, y desde que Leo delegó
en él mira donde están. Son un referente.
-
¿Qué pasa? Te has quedado muy callada - La émpujó con su
cuerpo acercándola al agua . - ¿Estas dispuesta a enseñarme tu
ciudad?